lunes, 12 de septiembre de 2011

Miss Extra Linda México 2011

Al dentista y el pesaje

Desde hace unos días me viene doliendo un diente; hoy por fin pude ir al Centro de Salud más cercano a mi colonia, así que llego a mi consulta 10 minutos antes como siempre piden. Supuse que al ser consulta para la dentista no me harían pasar por el proceso de pesaje... ohh, triste realidad; en un santiamén la enfermera me pidió subirme a la báscula... ¿para qué si sólo me van a revisar los dientes?, bueno, ya sé lo que peso así que no me afecta; luego ohhhh, algo nuevo, me miden la cintura... ¿tendrá eso algo que ver conque me suba a la silla del dentista?; luego la temperatura, la presión; en fin; me digo a mi misma que el peso y las medidas no me afectan, pero a las demás personas sí les afecta, sobre todo porque a leguas se me nota la gordura; lo primero que piensan es que estoy enferma, y sí, me preguntan por familiares diabéticos ¡sí tengo!, pero ¡¿acaso una persona flaca no padece diabetes igual?!

Me siento a esperar a que me llamen, entro con toda la calma al consultorio de la doctora, ella ve mi expediente del 2007 en que pesaba 88 kg, y me dice que por qué he subido tanto (vale decir que la doc. no es precisamente una sílfide, pero es la encargada de dar todas las mañanas, de lunes a viernes, la clase de aeróbics a todas las señoras gordas de mi colonia, y que padecen diabetes y otras enfermedades atribuidas al sobrepeso -ah, y también a las antigordas, claro-); pensé que la doctora me iba a regañar o a sugerir asistir a sus clases, pero no, hasta eso se portó muy educada.

Yo salí más preocupada por el gasto que me va a suponer mi diente que por la báscula y la cinta métrica (que por lo visto ya se considera dentro de la toma de signos vitales); pero no deja de resultar incómodo, que siempre que entremos a cualquier dependencia gubernamental de salud, nada más por el hecho de ser gordos ya nos miren como enfermos, quizá sí somos gente enferma (aunque no estoy de acuerdo con esa opinión), pero vaya, nos etiquetan de una manera por demás fastidiosa y molesta; pareciera que somos alcohólicos, sin intención de ofender, o drogadictos; caray; somos gordos, sí, tenemos un problema, sí, pero eso no significa que se nos encasille y se nos mire mal; ya me imagino si otra persona me hubiese tocado en el consultorio, hasta hubiese salido regañada.

Pero bueno, mejor me preocupo por mi diente.

viernes, 9 de septiembre de 2011

La Felicidad

Hoy recibí una nota de una querida amiga, que trata acerca de la felicidad; toda la nota me encantó y quise escribir mi pensamiento al respecto.

La felicidad es un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada y buena. Tal estado propicia paz interior, un enfoque del medio positivo, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas metas. Es definida como una condición interna de satisfacción y alegría.

Esta definición ya la había colocado en un post anterior, pero la coloco de nuevo porque ahora está enfocada en sí a ella misma; mi amiga decía en su nota algo parecido a la definición:
La felicidad no es un acontecimiento. La felicidad es un estado mental. Puedes tener todo en el mundo y todavía ser miserable; o puedes tener relativamente poco y sentir la alegría sin límites. "¿Quién es rico? El que aprecia lo que tiene".

Desde hace tiempo yo he tratado de ser feliz; me he dado cuenta que, en efecto, tener bienes materiales, dinero, pareja, hijos, no necesariamente trae la felicidad consigo, debido a que es, como se ve arriba, un estado mental. Ese mismo estado mental hace que una persona gorda pueda o no ser feliz.
Una chica obesa que de repente alcanza el peso deseado, puede no ser feliz realmente, y si lo es, entonces ha basado su felicidad en su peso, de manera que cuando aumente así sea una pequeña cantidad de gramos, inmediátamente va a ser infeliz, y hará infelices a las personas que están a su alredor. Suene un poco tonto, pero es la verdad.

Cuando yo era una adolescente decidí ponerme a dieta y adelgazar todos los kilos que me sobraban; me puse contenta cuando lo logré, pero no creo haber sido feliz; como mi vientre no era plano y seguía teniendo gorditos a pesar de tener menos peso, era insegura y me daba pena que me tocaran; no era feliz así... aún me preguntó qué hubiese pasado si me hubiese podido costear una operación para quedar planita y sin arrugas... ¿eso me habría hecho feliz?

¿Cómo debería estar basada mi felicidad? ¿En mi estado mental o en la cantidad de cosas que poseo?, sean éstas materiales o físicas. Tener dinero no dá felicidad, ayuda mucho, pero no nos garantiza una vida feliz; tampoco tener un auto del año, una casa lujosa, muchos enamorados; a veces se es más feliz con una bici que con un auto; y se es feliz con una bici, porque tenemos dos piernas para usarla, mientras muchos no las tienen.

Alguna vez una chica me criticó por decir que ser gordo es menos feo que tener un miembro amputado; porque aunque gordos, al menos estamos completos; a esa chica le pareció una comparación absurda pues sugería que yo no entendía la complejidad de ser gordo, ¡y vaya que sí la entiendo!, ¡yo he sido gorda toda mi vida! Lo que quiero resaltar aquí, es que muchas veces nos dejamos deprimir por nuestro estado mental; sí, somos gordos, pero eso no tiene por qué hacernos infelices; luchamos contra muchas cosas debido a nuestro sobrepeso, pero es aquí en donde podemos empezar a aplicar un mejor estado mental acerca de nuestra felicidad: dejar de automenospreciarnos, de autocompadecernos, de autohumillarnos, para empezar a ver nuestras cualidades, nuestros talentos, nuestro valor; dar gracias porque tenemos el cuerpo completo, porque podemos mirar a las personas que amamos, porque podemos disfrutar el aire del campo, podemos sentir las olas en nuestros pies una tarde en la playa; podemos escuchar el oleaje del mar; podemos hacer algo si es que no nos gusta estar gordos; podemos disfrutar de la vida con nuestro cuerpo redondo... podemos hacer muchas cosas para ver que tenemos muchos motivos para ser felices, o podemos pasar el resto de nuestra vida en la depresión e infelicidad total.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Un cuento.

Hoy llegó de visita mi hermana, ella es mucho más delgada que yo... o sería mejor decir, mucho menos gorda. Siempre he demostrado con ella que mi actual estado de obesa no me acompleja y que soy feliz, quizá lo único que ensombrece mi mundo gordo es que no hay la ropa que yo quisiera, pero bueno, mientras haya una buena costurera cerca, creo que no habría mucho problema.

Nos acomodamos a la mesa con un rico cafecito, debo reconocer que el café siempre ha sido mi delirio, aunque ahora mi gastritis no me permite disfrutarlo como en otro tiempo; aún así, me deleito bebiendo mi elixir negro (sin azúcar, por favor) y teniendo una conversación digamos... amena con mi hermana.

De repente alguien comenta sobre mis ojos rasgados, y mi hermanita salta diciendo que se ven rasgados por mis cachetes gordos...

Y de nuevo me pongo a pensar y me pregunto, si ella secretamente no menospreciará mi persona sólo porque peso más de cien kilos, los cuales se me notan hasta dos kilómetros de distancia (sino es que más) y que no puedo ocultar con la ropa por más que así lo desee.

Y no me queda mas que mirarla y sonreir (al parecer fue una broma, porque ella también se ríe), y reconocer que, efectivamente, tengo los cachetes gordos y mis ojos son pequeños, lo que no me quita la ilusión de seguir sabiéndome hermosa.