jueves, 15 de diciembre de 2011

Pequeña historia

La niña no tendría ni diez años, cuando su mamá empezaba a mandarla "a los mandados" a la tiendita de la esquina; ¿no les parece curioso que casi todas las esquinas tienen una tiendita? Pues bien, aquella pequeña siempre obedecía a su madre si de hacer mandados se trataba; una chiquita de cara redonda y bella, que hasta ese momento no reparaba mucho sobre su cuerpecito también redondo, que provocaba (a su tan corta edad) las burlas de algunas personas.

Especialmente las burlas de un niño, quizá unos dos, a lo mucho tres años mayor que ella. El niñito en cuestión, era el nieto más pequeño de la familia dueña de la tienda. Un niño espigado, más alto que la niña, de piel morena (a diferencia de la nena que era más bien blanca), que se sentía con el derecho de hacer burla de la niña cada que ésta entraba a la tienda a comprar algo.

Qué duro para ella empezó a ser el ir a la tienda, y que este niño le despachara. Siempre que la veía entrar inflaba sus cachetes, enchuecaba los ojos y se reía; su palabra favorita para referirse a ella: bombocha.

"Ya llegó la bombocha", era su frase preferida; todo el tiempo que duraba en darle algo tenía inflados los cachetes haciéndole burla; y lo peor era que cuando estaban la abuela o la madre, en lugar de llamarle la atención, se reían y celebraban la "broma de chiquillo", mientras la niña no atinaba a acertar el por qué no le decían nada, y menos aún, el por qué este niño la trataba así, ¿acaso era demasiado gorda?

Gorda era una palabra que no conocía bien, y cuya definición aprendió a partir de su cuerpo; la palabra y las connotaciones negativas que ésta trae consigo. Qué difícil darse cuenta que a partir de ahí, su vida sería un continuo mar de burlas, debido simplemente a la forma de su cuerpo, que hasta ese momento había sido indiferente para ella; qué difícily qué triste.